El navío real Vasa

Un 10 de agosto de 1628, el comandante Söfrig Hansson mandó a izar las velas del Vasa, el nuevo navío de guerra del rey de Suecia Gustavo II. El día era domingo y muy despejado al ser verano, sobre las tres o cuatro de la tarde, en el puerto de Estocolmo soplaba una suave brisa del sur.

Se dispararon cañones para inaugurar el acontecimiento que formaron un atronador estruendo, e incluso se invitaron a navegar familiares de los marineros.

Pero el primer viaje del Vasa no se prolongó más de 1500 metros, un fuerte ráfaga de viento escoró la nave y el agua empezó a entrar por las troneras de los cañones hundiendo al navío en las frías aguas del puerto de la capital sueca.

De las 150 personas que iban a bordo se calcula que perecieron una treintena, incluyendo mujeres y niños. El accidente se conviertió en una catástrofe nacional y el barco diseñado para fortalecer Suecia en el Báltico se convirtió en poco tiempo en un pecio bajo el agua. Se hicieron investigaciones para determinar las causas pero no se condenó a nadie.

Los intentos de rescate comenzaron de inmediato al mando del ingeniero inglés Ian Bulmer intentando enderezar el casco, pero sus esfuerzo fueron vanos.

Treinta y cinco años después se propuso el rescate de los cañones de bronce de 24 libras, tarea que se llevó a cargo por Von Treileben & Peckell, mediante una campana de buceo, una técnica mencionada por Aristóteles que consistía una sumergir una campana en el agua de manera que los buzos pudieran respirar mientras hacian labores de salvamento. Pudieron rescatar unos 64 cañones.

Pero hasta el siglo XX no saldría a flote el Vasa gracias al equpo de Frazen junto con la marina sueca. Se hicieron 6 tuneles bajo el casco para pasar unos cables con los que alzaría usando dos pontones de gran tamaño.

El 24 de abril de 1961, muy temprano volveron a ser reflotadas las maderas del Vasa, tres tres siglos sumergidas.

El Vasa fue un proyecto que tenía como elemento ser parte de la política expansionista del rey de Suecia, era el más grande de los cinco navíos reales y el mayor orgullo del rey, quién no tuvo en cuenta a los experto que les avisaron que podía tener problemas de estabilidad que fueron a la postre los que determinaron su naufragio.

El casco si tuviera medio metro más de manga (anchura), este no se habría hundido. El peso de sus cañones a la altura que se colocaron fue una de las causas de desestabilización del Vasa. Las portas de los cañones estaban abiertas al golpe de mar y el agua penetró en ellas antes de hundir el buque insignia sueco.

El buque estaba armado de 64 cañones colocados en tres puentes: el superior, batería alta y batería baja. El Vasa desplazaba más de 1.300 toneladas. La superficie velera era de 1.150 m². Todas las piezas eran de bronce y un peso total de unas 80 toneladas. Se calcula la dotación del Vasa en ciento treinta marineros y trescientos soldados.

A inicios de los años 1620, Suecia se encontraba en guerra con Polonia dentro del creciente conflicto de la Guerra de los Treinta Años, iniciada en Alemania. El rey Gustavo II Adolfo de Suecia llevaba ya 10 años de reinado y la flota real sueca se encontraba en malas condiciones. El conflicto se había iniciado en 1618 y desde la perspectiva protestante la guerra no había progresado. Las intenciones del rey sueco exigían un control férreo sobre el Mar Báltico.

En 1625, el rey mandó construir cuatro naves, dos grandes (135 pies de eslora) y dos menores (108 pies). Las mayores serían Vasen (El Vasa) y Tre Kronor (Tres Coronas) y la intención es que fueran las naves más poderosas y mejor armadas que existieran.

El nombre Vasen se refiere a un haz (en sueco vase), el símbolo de la dinastía real a la cual el rey Gustavo II Adolfo pertenecía. En ese año se talaron mil robles sólo para construir este navío. Los carpinteros trabajaron a tiempo completo en Sömerland con plantillas para los distintos detalles y escogiendo los árboles. Los árboles se cortaron y trasladaron a Skeppsgården, entonces compuesto por dos islas. La nave comenzó a construirse en enero de 1626.

La construcción en el astillero de Estocolmo estuvo a cargo de Antonius Monier; el holandés Henrik Hybertsson (alternativamente Henrijk Hybertson o Hendrijk Hybertszoon) fue contratado como constructor naval.